Las nuevas generaciones han nacido y crecido en un mundo muy distinto al de sus padres y abuelos. La Generación Z (1995-2010) y la Generación Alfa (2010 en adelante) han tenido que adaptarse a un ritmo vertiginoso de cambios sociales, tecnológicos y culturales. Todo esto ha modificado su forma de aprender, relacionarse y divertirse, pero por desgracia, también ha marcado los miedos y fobias que más les afectan.
Si bien cada persona es única, hay patrones que se repiten entre quienes han crecido hiperconectados, en un entorno marcado por la inmediatez y la sobreexposición.
Comprender estos miedos es mucho más que una curiosidad generacional: es una forma de tender puentes y acompañar mejor a quienes los padecen. Por eso, vamos a conocer cuáles son los más frecuentes, por qué los tienen estas generaciones y las anteriores no, y, sobre todo, veremos cómo estas fobias pueden ser abordadas.
La Generación Z y la Generación Alfa: ¿Quiénes son y cómo viven?
Antes de hablar de sus fobias, conviene entender un poco más a cada generación:
- Generación Z: son los actuales adolescentes y jóvenes adultos. Han crecido con redes sociales, smartphones y un acceso masivo a la información. Para muchos, la infancia ya estuvo ligada a YouTube, Instagram o TikTok.
- Generación Alfa: son los niños y preadolescentes de hoy. La primera generación nacida en un mundo donde la tecnología ya estaba integrada desde el inicio: tablets en el colegio, videojuegos online y asistentes virtuales en casa.
Estas características explican por qué sus miedos están muy vinculados a la exposición, la comparación constante y el ritmo acelerado de los cambios que veremos a continuación.
¿Cuáles son las fobias que más abundan en estas generaciones?
A pesar de que cada persona es única y tiene una única situación, las generaciones pueden verse marcadas por fobias comunes:
- Fobia social y miedo a ser juzgados.
Vivimos en un mundo en el que las redes sociales son casi una extensión de la vida real, y esta es la razón principal por la cual el miedo a ser evaluado se intensifica. A la Generación Z le preocupa la opinión pública digital, los “likes” y la exposición a críticas, mientras que la Generación Alfa comienza a crecer con esa misma presión, aunque a edades más tempranas (lo cual es más preocupante).
El miedo al rechazo, que siempre ha existido en la adolescencia, ahora se multiplica en términos de “viralidad”: cualquier error puede convertirse en un vídeo compartido mil veces.
Para confrontar esta fobia es recomendable enseñarles a relativizar lo que ocurre en internet, fomentar entornos seguros en los que se puedan mostrar tal y como son, y promover actividades fuera de las pantallas para reforzar su autoestima.
- Miedo al fracaso académico y laboral.
Los adolescentes de la Generación Z se enfrentan a una presión notable: sacar buenas notas, elegir una carrera adecuada y conseguir un empleo estable en un futuro laboral incierto. Por consiguiente, la generación que le sigue, la Alfa, ya empieza a recibir mensajes sobre competitividad escolar, a menudo antes de tiempo.
Este miedo al fracaso acaba reflejándose en la vida personal, además de estar presente en el instituto, o el colegio; temen “no estar a la altura”, “no cumplir expectativas” o “no ser suficientes”. Por eso es importante acompañarlos en la idea de que equivocarse es parte natural del aprendizaje, evitando siempre ejercer una presión excesiva por las notas y abriendo espacios para hablar sobre sus aspiraciones reales.
- Miedo a la soledad y al aislamiento.
Paradójicamente, pese a estar hiperconectados, muchos jóvenes sienten un vacío emocional enorme. La Generación Z, acostumbrada a interactuar por pantallas, puede llegar a sentirse sola en el cara a cara, y la Generación Alfa, por su parte, crece con la costumbre de la inmediatez, lo que puede dificultar la construcción de relaciones profundas.
La gratificación instantánea y la idea de tenerlo todo “rápido y fácilmente” ha hecho mucho daño a la hora de profundizar en una relación. En este contexto, la psicopedagoga Cristina Hormigos nos recomienda centrarnos en reforzar los vínculos familiares, optando por promover actividades grupales fuera del ámbito digital y enseñándoles habilidades sociales que les permitan conectar en el mundo real.
- Miedo a la exposición pública.
La posibilidad de que una foto, un vídeo o un comentario se vuelva viral genera ansiedad; para algunos, hablar en público se convierte en un reto casi imposible por el temor a ser grabados y ridiculizados después. Esta fobia se nota con especial fuerza en los adolescentes de la Generación Z, aunque también empieza a asomar en los niños Alfa, que ya entienden lo que significa “salir en internet”.
¿Cómo podemos ayudarles a que se sientan mejor?
Una de las mejores tácticas es a través de la comprensión y el amor propio. Ellos deben saber que no pasa nada por equivocarse, y que si alguien les hace algo así como grabarles y ridiculizarlos tiene un problema consigo mismo; el que es grabado no es el problema. Además, existen medidas legales y es importante tenerlos al tanto para poder tranquilizarlos.
- Miedo a la inteligencia artificial: la sensación de ser reemplazados.
La inteligencia artificial (IA) se ha colado en la vida de la Generación Z y de la Generación Alfa como una herramienta cotidiana. Pero, aunque resulta fascinante, también despierta un temor creciente: la sensación de que la tecnología pueda “robarles” su futuro o reemplazar lo humano.
En los adolescentes de la Generación Z, ese miedo suele traducirse en ansiedad por el empleo (“¿Habrá trabajos para mí dentro de diez años?”) o en dudas sobre la autenticidad de lo que consumen en internet. En la Generación Alfa, que aún son niños, el miedo aparece en forma de desconfianza hacia los robots o en preguntas simples pero profundas: “¿La máquina sabe más que yo?”, “¿Para qué me sirve estudiar si un ordenador lo hace mejor?”.
Este temor se alimenta de titulares alarmistas, películas de ciencia ficción y, en muchos casos, de una falta de información clara sobre lo que realmente puede y no puede hacer la IA.
Cómo afrontarlo en la vida diaria:
- Explicar con transparencia: ayudarles a distinguir entre la ciencia real y la ficción.
- Dar ejemplos positivos: mostrar aplicaciones que mejoran la medicina, la educación o la sostenibilidad.
- Enfocar en lo humano: reforzar que hay talentos irremplazables como la creatividad, la empatía o la capacidad crítica.
- Proyectos colaborativos: animar a que utilicen la IA como herramienta de apoyo, no como sustituto.
- Debate en familia o en clase: abrir conversaciones sobre lo que piensan y sienten respecto a estas tecnologías.
Recursos y soluciones que sí funcionan.
A pesar de que las fobias pueden paralizar a esta generación, todo en esta vida tiene solución.
Con esta lista podremos ayudar a comprender a estas personas, grandes o pequeñas, en caso de que se sientan mal con alguna de las fobias mencionadas anteriormente:
- Educación emocional desde pequeños: programas escolares o incluso charlas familiares que enseñen a identificar y gestionar las emociones. Aprender a nombrar lo que se siente es la primera herramienta para perderle fuerza al miedo.
- Terapias adaptadas a cada edad: la terapia cognitivo-conductual funciona muy bien en adolescentes, mientras que en los más pequeños se emplea la terapia de juego o técnicas creativas. Hoy en día incluso hay aplicaciones que ayudan a reforzar lo aprendido en consulta.
- Uso responsable de la tecnología: establecer horarios para móviles, redes y pantallas, así como enseñar a distinguir fuentes fiables de bulos. La educación digital es primordial para que no se alimenten fobias o miedos desde la desinformación.
- Grupos de apoyo y espacios seguros: talleres, asociaciones o comunidades en las que los jóvenes compartan experiencias con personas de su edad. Saber que “no están solos” reduce el aislamiento y la ansiedad.
- Exposición gradual al miedo: guiada por un profesional, ayuda a desactivar poco a poco la fobia. Paso a paso se puede demostrar que lo temido no es tan peligroso como parece.
- Mindfulness y relajación: técnicas como la respiración profunda, el yoga o la meditación pueden integrarse en la rutina diaria. Son fáciles de aprender y dan herramientas inmediatas para calmar la mente.
- Acompañamiento familiar cercano: escuchar sin juzgar, validar lo que sienten y mostrar apoyo real. A veces, un adolescente no busca soluciones rápidas, sino sentirse comprendido.
- Creatividad como vía de expresión: dibujar, escribir, hacer música e incluso crear contenido digital les ayuda a transformar el miedo en algo productivo y liberador.
- Promoción del deporte y la naturaleza: realizar actividad física diaria y conectar con espacios verdes reduce la ansiedad y fortalece la resiliencia emocional.
- Normalizar pedir ayuda profesional: se debe enseñar que ir al psicólogo no es un signo de debilidad, sino una forma de cuidarse. Cuanto más natural se vea este paso, más fácil será que lo den cuando lo necesiten.
Las generaciones cambian, y con ellas los miedos que marcan cada etapa de la vida.
El secreto no está en negar esas emociones, sino en reconocerlas y ofrecer herramientas útiles para manejarlas. Solo así la Generación Z y la Generación Alfa podrán crecer con la confianza de que, aunque el mundo avance rápido, siempre tendrán recursos para enfrentarlo.