Cuántas veces hemos justificado nuestro sobrepeso alegando que se debe al metabolismo de nuestro cuerpo y nos han respondido con el ofensivo tópico: «En el Tercer Mundo no hay gordos». Este pensamiento hace pensar que eso del metabolismo es un cuento con el que calmar la conciencia ante nuestra dificultad para adelgazar. Pero nada está más lejos de la realidad.
El metabolismo hace referencia a la capacidad del organismo para transformar sustancias activas en no activas a través de reacciones bioquímicas, es decir, convertir lo que comemos en todo aquello que necesitamos para la supervivencia: crecer, reproducirse, mantener las estructuras corporales, relacionarnos con el medio que nos rodea…De manera que al ingerir alimentos nuestro cuerpo puede emplear esas sustancias básicamente en dos metas: consumir esa energía o almacenarla. La transformación en una cosa u otra dependerá, claro está, de nuestra actividad. Quemará mucha más energía una persona activa y que practica algún deporte que otra que lleve un estilo de vida totalmente sedentario.
Pero esto no es todo, ya que las características de nuestro cuerpo también influyen. En este sentido existen dos clases de metabolismo: los eficaces y los ineficaces.
La eficacia metabólica o ahorrativa es aquella que tiende a almacenar la mayor cantidad posible de nutrientes. Se cree que estos tipos de metabolismo provienen de antepasados que vivieron en zonas con escasez de recursos, por lo que las personas con esta característica presentarían una ventaja evolutiva, ya que pueden sobrevivir en lugares donde hay poco alimento, siendo más resistentes a las hostilidades medioambientales.
Por otro lado, los metabolismos ineficaces o derrochadores con los propios de las personas que ingieren gran cantidad de alimentos y en cambio siempre están delgadas. Probablemente provengan de antepasados que habitaban en zonas con recursos alimenticios abundantes.
Por desgracia, en las sociedades occidentales poseer un metabolismo eficaz supone más bien una desventaja y es la principal causa de obesidad mórbida. Puede que en continentes más hostiles y países del Tercer Mundo fuesen los principales supervivientes ante la escasez alimentaria, pero en las sociedades avanzadas modernas esta «ventaja evolutiva» puede llegar a ser mortal. Esto es debido a nuestro desnaturalizado ritmo de vida, tremendamente sedentario, y a la variedad de alimentos de los que disponemos. Pasamos la mayor parte de nuestro tiempo sentados y nuestras comidas son apetitosas y suculentas. Además, solemos caer en la sobrealimentación, pues comemos más de lo que es realmente necesario para nuestro organismo y la actividad que lleva. Está científicamente demostrado que comemos más cuanta más variedad de comida hay a nuestro alcance, ya que no comemos para sobrevivir, sino por placer.
Comida más sedentarismo pueden ser dos armas letales al combinarse, y en cambio no solemos otorgarles la importancia que merecen.
El metabolismo puede suponer una desventaja, sí, y nos ayuda a comprender las dificultades que encontramos para perder peso, pero no es excusa para no combatir la peligrosa combinación de comida, sedentarismo y metabolismo eficaz.