Enfermedades cardiovasculares y conducción

¿Puede un enfermo de corazón conducir? ¿Tiene un límite de edad? ¿Tiene que llevar algún papel en el coche? Todas estas preguntas me las hice cuando después de 20 años trabajando para la empresa Star Cargo, un infartó llegó a mi vida. Os cuento cómo acabó todo.

Y es que el infarto de miocardio es, junto con el resto de enfermedades cardiovasculares, una consecuencia de nuestro actual estilo de vida y una de las enfermedades que más morbilidad y mortalidad ocasionan en nuestro entorno, y ahora aún más con la famosa crisis. Por lo tanto, es un problema de gran repercusión, que no pude pasar por alto, sobre todo cuando está de por medio un trabajo. Y en mi caso con varias responsabilidades.

Tras salir del hospital, era el momento de volver a mi vida normal tras superar el episodio, ya que además de paciente era conductor. La empresa de transportes en Madrid me estaba esperando.

En general, y según lo que he podido leer, para un infarto de miocardio sin complicaciones la Sociedad Americana de Cardiología estima en 3 meses el tiempo mínimo que debe pasar antes de que el afectado coja un coche. Para los conductores profesionales, como era mi caso, los americanos esperan 3 meses antes de reevaluar la situación, mientras que en Europa se dan 6 semanas con una prueba de esfuerzo normal sin fármacos seguida por electrocardiograma. Y esto es lo que tuve que hacer.

  • Hay varios criterios para evaluar si una persona está capacitada. Por ejemplo, el grado de discapacidad generado por el fallo mecánico de un corazón afectado por infarto. Dependiendo de este grado de discapacidad, puede ser que a la persona le cueste respirar sólo con salir del aparcamiento.
  • Posibles arritmias que pueda sufrir la persona aun habiendo conseguido una buena función cardiaca. Una arritmia en mitad del tráfico puede suponer un grave riesgo para la seguridad vial de la persona y de cualquier otro usuario de la vía que se encuentre en su entorno más próximo.
  • Los fármacos o dispositivos que deberá incorporar la persona a su día a día, ya sea de forma transitoria o definitiva. Hay fármacos que interfieren en la seguridad vial, como los betabloqueantes.

Habían sido muchos años de kilómetros, incluso realizando transporte internacional de mascotas, que era una de las cosas que más me gustaba. Pero lamentablemente, mi corazón había dicho basta. Y ante la salud, no hay trabajo que valga. Mi familia lo agradeció, aunque a mi mente le costó mucho darse cuenta de que ya no era válido para ese trabajo.

Así pues, después de someterme a varios tribunales, decidieron darme la invalidez, y por lo tanto, tener que dejar mi puesto laboral.

En resumen, ¿se puede conducir después de un infarto? ¿hay vida después? La respuesta es sí, pero… con los debidos controles médicos, como sucede con otras tantas enfermedades. En mi caso, mi edad y mi situación me invitaban a parar. Aún así, siempre tendré buenas palabras y buenos recuerdos para la empresa Star Cargo, que incluso me propusieron cambiar de puesto y solo realizar el envío de maletas entre ciudades cercanas, pero no. Mi corazón dijo basta.

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